SAM
No me lo puedo creer. Es lo que voy pensando de regreso a
casa, me ha dado su número. ¡AAAAAHHH! Ni en un millón de años me habría
esperado algo así. Las chicas no se han dado cuenta de nada, cosa por la que
doy gracias porque no tengo ganas de que se pongan eufóricas y a fantasear como
seria si quedara con él. Porque cuando se ponen en ese plan son imposibles de
aguantar.
Cuando dejo a cada una en su casa y yo me encuentro en la
mía con mi pijama puesto, me empiezo a comer la cabeza. No sé si mandarle un mensaje
ya o debo esperar un poco más. No quiero parecer una loca o una desesperada, o
una loca que está desesperada.
Me miro el brazo y repito mentalmente cada número.
Cuando ya ha pasado como unos 30 minutos y estoy igual,
decido que eso no puede seguir así. Por lo que cojo pincel y pintura,
disponiéndome a hacer algo productivo con mi tiempo. Pero dejo el cuadro a
medias cuando por fin me armo de valor para mandarle un mensaje.
<<Soy la culpable de que tuvieras que bajar del coche
hoy, si quieres tomar algo algún día llámame. Sam ;)>>
Pasados unos minutos me empiezo a arrepentir de haber
enviado ese maldito y estúpido mensaje, pero ya no hay marcha atrás.
Me autocastigo yéndome a dormir temprano sin cenar y sin ver
alguna de mis series favoritas de Divinity.
Pero tras varias horas de un sueño fantástico con un rubio
llamado Giorgio, no consigo volver a dormir, miro el reloj, son cerca de las 9
de la mañana. Es aún muy temprano para empezar trabajar en algún cuadro y se está demasiado
bien como para salir de la cama.
Además de que es Sábado. Me quedo mirando el techo de mi habitación
mientras pienso que hacer.
Cojo el móvil para enredar un poco, entro en notificaciones
y veo que tengo dos mensajes, uno de Susana y otro de Giorgio. GIORGIO. Paso
completamente del de Susan y leo el de él.
<<Hola preciosa, ¿te parece si nos vemos esta tarde?>>
Suelto un pequeño grito por la emoción. ¡Que mono es! Le
respondo:
<<Perfect!!
Esta tarde estoy libre.
Sam>>
<<Esperare ansioso a que llegue la tarde. Giorgio>>
<<Pues ya somos dos. Sam>>
Después me envía una dirección y una hora.
Deberían de ser así todas la mañanas, no haber salido aun de
la cama y que te hable un chico guapo para quedar.
La mañana y parte de la tarde se me hacen eternas, para
matar el tiempo ayudo a mi madre a limpiar la casa de arriba abajo. Con eso
consigo no pensar toda la mañana, parte de la tarde me la pasó escuchando
música y pintando hasta que llega la hora de arreglarme.
Abro mi armario y empiezo a sacar ropa y más ropa. No tengo
ni la más mínima idea de que ponerme. Quiero ir bien, pero sin exagerar.
Después de mucho probarme y poner todo mi armario patas
arribas encuentro algo que me convence. Un vestido azul y negro con algunas
líneas en diferentes zonas, de manga corta y sin escote. De largo me llega
hasta los muslos. Unos tacones negros y un bolsito para meter algunas cosillas.
Me paso la plancha por el pelo para asegúrame de que este queda perfecto.
Estoy de los nervios, mientras me miro una última vez en el
espejo de la entrada, siento como me voy poniendo poco a poco más nerviosa.
Decido ir en coche para no tener que andar con los tacones, ya que soy una
negada para andar con ellos y no quiero acabar en el suelo antes de llegar,
bueno ni después tampoco.
Conduciendo me comienzan a llegar malos pensamientos: ¿Y si
se lo ha pensado mejor y no aparece? ¿Qué se espera de mí? ¿Para él es una cita
también?
-Deja de pensar tanto y actúa mas –Pienso que eso es lo que
me diría Adriana.
Ella para estás cosas lo tiene todo tan claro, pero yo no
puedo ser como ella, pero me vendría genial que no estuviese en Nueva York para
que me aconsejase en estos momentos.
Por fin llego a la dirección que me dio, cerca de Ronda de
la Universitat en el mensaje ponía que me esperaría en: Milano Cocktail-Bar. Aparco
lo más cerca posible del sitio donde hemos quedado y camino hasta la entrada
del Milano. Apoyado junto a la puerta y con un aire despreocupado se encuentra
Giorgio. Nada más verme veo que me sonríe.
-Lamento haberte echo esperar –Me disculpo mientras le
saludo dándole dos besos en la mejillas.
Él me sonreír.
-No pasa nada, me gusta esperar. Sobre todo si merece la
pena. –Me dice mientras entramos al interior del local.
El sitio es precioso. La distribución de las mesas es
perfecta y junto a las paredes hay unos sofás de terciopelo rojos que tienen
toda la pinta de ser realmente cómodo. También hay una barra a mi derecha tras
la cual hay un camarero atendiendo sonrientemente a la gente. Y al final de
todo, un piano. Siempre me encantado su
sonido.
Tras pedir en la barra nuestras bebidas, nos sentamos en
unas de las mesas cercanas al piano.
-¿Sabes tocar? –Me pregunta Giorgio al darse cuenta de que
no le quita ojo al piano.
-No, pero me gustaría aprender algún día. –Le doy un sorbo a
mi bebida.
-Pues si algún día te decides tengo un amigo que quizás te
podría enseñar.
-Lo tendré en cuenta y tú, ¿Qué te gusta a parte de las
motos?
Veo como él bebe de su copa mientras me mira.
-Cocinar. Me gusta que la comida sea buena. –Me responde al
final.
-Vaya cualquiera lo diría. –Rio un poco.
-¿Por qué lo dices? –Dice divertido-, ¿acaso no me pega que
después de andar con mi moto llegue a casa y me ponga a cocinar? –Se para a
pensar-, tienes razón no tienen nada que ver una cosa con la otra, pero supongo que la debilidad de la buena
comida me viene de Italia.
-Yo nunca he probado una autentica pasta italiana. –Le
confieso.
El me mira muy sorprendido.
-Eso va a acabar muy pronto la próxima vez que nos veamos
vas a probar la mejor pasta de tu vida.
Ambos nos miramos y nos sonreímos.
-Se me ha ocurrido algo –Me comenta mientas arquea una
ceja-, puede ser divertido.
Yo frunzo el ceño.
-Cuando terminemos de beber aquí, ya sabrás.
Cuando terminamos salimos de Milano y Giorgio me pregunta si
he traído el coche, ya que él ha venido andando por que el hotel en el que se
está quedando está muy cerca. Le dejo que conduzca ya que no se ha dónde vamos
a ir. Durante el trayecto me va contando que la pasión por el mundo de las
motos le viene desde bien pequeño, que le encanta España por las chicas guapas
y por la paella. Que tiene 26 años y que le encantaría algún día mostrarle a
una chica los rincones más bonitos de Roma. Esto último lo dijo mientras me
sonreía ampliamente. Yo le conté que trabajo en la agencia Plan B Freelance y
que en mis ratos libres pinto. Que me vuelve loca el chocolate blanco, pero que
sin embargo, odio el chocolate negro. Y que me gustaría viajar en algún momento
de mi vida a Grecia.
Tras unos 20 minutos, por fin Giorgio aparca justo en la
entrada de un Karaoke.
Nada más bajar del coche, Giorgio me coge de la mano y me hace
camina junto a él.
El Karaoke está animado ya que hay bastante gente, en el
escenario hay una chica que canta Niebla de Supersubmarina. Nos paramos juntos al dj y Giorgio le dice
algo que no logro escuchar. El dj le asiente con la cabeza y le dice que
después de las siguientes chicas.
Cuando termina la canción de Supersubmarina todo aplaudimos.
Y es que ni siquiera han pasado 2
minutos y ya están en el escenario 2 chicas. Tras una leve melodía que suena mucho
comienzan a cantar Show ‘Em (What You’re Made Of). Lo hacen genial ya que no desafinan y su
pronunciación es perfecta.
-Los siguientes somos nosotros –Me susurra Giorgio al oído.
Lo miro con cara de susto. Lo cual a él le hace gracia ya
que se echa a reír.
-No temas, seguro que conoces la canción que he elegido.
Además recuerda que voy a estar a tu lado.
Sus palabras no me tranquilizan ya que saber que él me va a
escuchar cantar hace que quiera que me trague la tierra. Solo canto en la ducha
y así y todo mi madre cada vez que me oye dice que cada vez que lo hago un
cachorrillo muere en el mundo debido a lo mal que lo canto.
Aunque antes de subir al escenario le suplico a Giorgio que
cante él solo, el no acepta un no por respuesta. Por lo que de los nervios que
tengo le cojo yo esta vez de la mano con fuerza para que no me suelte.
Miro a Giorgio mientras las primeras notas de la canción
suenan.
Por primera vez en toda la noche me fijo en que lleva puesto unos
vaqueros negros justados y una camisa de cuadros de manga corta, un par de
botones desabrochado por lo que se le puede ver un poco el torso.
Al menos la canción me suena. Es Primavera in anticipo de Laura Pausini. Ya
solo me queda rezar para que haya elegido la versión en español. Pero no he
tenido esa suerte. Giorgio canta su
parte con un italiano fluido y perfecto, yo mientras tanto solo quiero que la
tierra me trague. Cuando llega mi turno de cantar hago lo que puedo, pero entre
que no sigo el compás y que mi pronunciación en vez de italiano parece que este
cantando en chino, no es que me ayude mucho. Y a todo eso sumémosle que Giorgio
mientras canto me mira con una risa entre picarona y de estar aguantándose la risa. Lo que hace
que me sonroje como un tomate. La canción se me hace eterna, pero por fin
termina.
-Me encanta tu extraño acento italiano –Me dice Giorgio
mientras bajamos del escenario.
Yo le saco la lengua y le niego con la cabeza.
-Eres horrible, has podido elegirla en español. –Le doy un
puño en el hombro a modo de broma.
-Entonces no hubiera tenido la misma gracia. –Sonriéndome
ampliamente.
Nos tomamos unas copas más allí en el karaoke. Después llevo
a Giorgio hasta el hotel en el que se está quedando. Me dice que este atenta al
móvil y antes de bajarse del coche me da dos besos uno en la mejilla y el otro
justo en la comisura de los labios.
-Ci vediamo
presto Sam. (Nos vemos pronto Sam)