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16 de noviembre de 2015

CAPÍTULO 8

                        
      ADRIANA




¡No puede ser! ¡Es el! No me lo creo ¿Qué hace aquí el chico del bar de anoche?, claro por eso decía que nos veríamos pronto, ya me cuadra todo pero ¿cómo sabría donde trabajo? ¿Y qué hará aquí?
Me limito a entrar en la oficina, sin que parezca que estoy un poco sorprendida y algo nerviosa por haber visto a este chico tan misterioso.

-Pasa, pasa Adriana, este es el dueño de todas nuestras empresas el señor Aiden.

¿Cómo? ¿El dueño? No me lo creo, me quedo blanca como la leche y él está hay tan tranquilo como si no me hubiese visto nunca en la vida, con cara de seriedad sentado en la silla sin mover ni una pestaña.

-Y ella señor Aiden es nuestra directora de marketing de esta empresa. –Le comunica Mr. Thomson al dueño de la empresa.

-Encantado señorita Adriana. –Me responde con una mirada penetrante y muy descarada, no lo voy a negar me resulta muy sexi y seductora la manera en la que me mira. Aunque es una mirada muy diferente a la de anoche.

-Encantada. –Me presento yo, estrechándole la mano y sosteniéndole la mirada intentando parecer que no lo conozco de nada y en realidad no lo conozco es un desconocido para mí, ni siquiera hemos cruzado palabra alguna antes de esto, solo miradas en aquel bar en el que un hombre como él no tiene cabida en ese lugar, no sé qué haría allí, ni como fuimos a parar al mismo sitio justamente los dos, fue una casualidad bastante fortuita.

-El señor Aiden está  de viaje aquí en Nueva York y ha aprovechado para visitar su empresa aquí, y tenía mucha curiosidad de conocer a nuestro personal más cualificado y más importante en ella. –Me comunica Mr. Thomson.

Yo asiento con la cabeza a modo de confirmación. Intento que no se note mucho que estoy algo nerviosa por la presencia del que se supone que es mi jefe, es increíble, ha intentado ligar con migo mi jefe. Espero que no intente hablarme de lo de noche, a lo mejor hace como si nada hubiese pasado, creo que es lo mejor.

-Bueno me encanta como llevas la empresa Thomson, el  personal  es por lo que veo muy cualificado. –Dice Aiden

-Si aquí todos trabajan mucho, la señorita Adriana se encarga de aprobar todos los diseños para nuestras campañas publicitarias y dar las nuevas ideas a su departamento, tiene varios ayudantes que ella sola dirige es muy profesional.

-Ya veo. –Contesta con cara de concentración, como de estar interesado en lo que está diciendo.

Me mira, y yo trago saliva.

-Bueno creo que va siendo hora de que me vaya, tengo algunos asuntillos que terminar, si me disculpa señor Thomson, y encantada de conocerlo señor Aiden. –Digo intentando largarme de allí lo antes posible.

Entonces me levanto de la silla, Aiden me agarra de la mano y me la besa.

-Igualmente, señorita Adriana.  –Dice cogiéndome de la mano y besándomela cuando yo me dispongo a levantarme para salir de allí.

Entonces trago saliva, hago un gesto de sonrisa leve y salgo de la oficina para dirigirme a la mía.


Dios mío he pasado un momento demasiado tenso, espero que no volver a tener otra situación como esta nunca.

CAPÍTULO 7

                                      SAM



Despierto a la mañana siguiente, estoy rebosante de alegría. Sobre todo cuando recuerdo la cita de la tarde anterior. Y ese beso en la comisura de los labios, ains… ¿Pero por qué no me beso en los labios? ¿Quizás es que no estaba seguro? ¿O estaba esperando a que yo le besase? Bueno no pasa nada, la próxima vez que lo viese no me quedaría con las ganas de probar aquellos labios italianos. Posteriormente de tomarme mis típicos cereales Special K con leche semidesnatada y unos trocitos de plátano, me pongo unas mallas y un top. Cojo mi mp4 junto con los auriculares, me los pongo. Pulso el Play y comienza a sonar Hoy será de Antonio Orozco.

Si hoy será un buen día, sin duda.  Salgo a la calle y comienzo a correr, hago un recorrido de unos 45 minutos y regreso a casa. Me encuentro con la casa completamente vacía y una nota en la encimera de la cocina que pone:

He ido a visitar al abuelo. No volveré hasta la noche. Besos. Mama.

¡Genial! Todo el día la casa para mi sola. No me malinterpretéis, no es que no me guste vivir con mi madre, pero un poco de privacidad siempre se agradece.

Subo al cuarto de baño para darme un largo y relajante baño con mucha espuma y con la música a todo volumen. O sí, esto sí que es vida.

Por la tarde me empiezo a aburrir como una ostra. Por lo que decido llamar a Susan para que venga a hacerme un poco de compañía. Al principio me pone alguna que otra excusa, como que, tiene que ayudar a su madre con unos merengues, que si aún está muy liada con el certamen de ortografía y no sé qué de que su padre está haciendo limpieza en el garaje y quiere que lo ayude. A lo cual le contesto:

-Tía que no me vengas con excusas, además tengo tabletas de chocolate Milka y batido de vainilla. –Sé que no se podrá negar ya que le encantan ambas cosas.

-Bueno… Haber espérate que mire la hora para ver si puedo.  –Hizo una pausa–, Anda ahora mismo puedo ir.

-Eso mismo estaba pensando yo, te espero en el sofá. Ya sabes dónde está la llave.

En menos de 20 minutos ya la tengo en casa preguntando donde esta ese tesoro de chocolate que le había prometido por el móvil.

Me levanto y camino hasta la despensa. Ya que hay se encuentra mi arsenal secreto para algún que otra día de bajón. Allí hay desde chocolate hasta cualquier tipo de golosinas o bolsa de patatas fritas.

-Oye cuando  ya no quieras todo eso –Señalando la despensa–,  avísame que yo me encargo de guardarlo en mi casa.

-Ya te gustaría a ti –Cojo dos tabletas de chocolate, una de Milka con oreos y una de chocolate blanco de cualquier marca. Junto con una botella de batido de vainilla.

Me siento al lado de Susan en el sofá y le entrego la tableta de oreos. Ambas comenzamos a comernos el chocolate. Tras cómenos más de media tableta cada una y más de un cuarto de la botella de batido entonces comenzamos a hablar.

-¿Oye tú me harías un favor? –Le pregunto insegura.

Susan que está tomando un sorbo del batido se detiene para decirme:

-No sé cómo me puedes preguntar eso. Para eso estamos las amigas –Dice muy segura de sus palabras.

-Es que bueno, el… bueno… en… -No sé cómo empezar a decirle.

-Pero venga. Tienes que pensar las palabras y después reproducirlas ¿recuerdas? Sino no te entiendo.

-Es que quiero que me ayudes a saber si le gusto a un chico. –Digo lo más rápido posible.

-¿Eso es? Pues claro, eso es facilísimo.

-¿Así? –Le pregunto frunciendo un poco el ceño.

-Por supuesto. Dame su número, intentare flirtear con él y si de verdad le gustas me mandara de paseo.

-¿Y su no me manda de paseo qué?

-Pues entonces es que no te merece. –Me responde así sin más.

-No sé si eso me anima mucho…

-Soy tu amiga e intento que lo veas desde las dos perspectivas para que después no te lleves ninguna sorpresa. Pero tú decides, si 
quieres no le hablo y listo.

-Hombre no me quiero quedar con la duda…

-Ahí tienes la respuesta.

Cojo el móvil y comienzo a buscar el número de Giorgio. Aunque no haría falta ya que me lo tengo  medio memorizado.

4 de noviembre de 2015

CAPÍTULO 6

                                          ADRIANA 



Mmm que sueño tengo solo son las 7:30 de la mañana ayer me tenía que haber quedado en casa, veras que ojeras, voy a necesitar mucho maquillaje, me levanto y me meto en la ducha, he decidido ponerme una falda larga de tubo y una camisa blanca, junto con una americana negra y unos tacones negros, para cuando me he terminado de duchar, vestir y maquillar son las 8:30, desayunare algo rápido porque si no llegare tarde.

Cuando llego a la empresa saludo a Katy mi secretaria y me meto en la oficina. Dentro de dos horas tengo que presentar el nuevo proyecto, al final cuando llegue a casa anoche se me ocurrió una buena idea así que yo creo que les va a gustar, no pude parar de pensar en el chico misterioso en toda la noche yo creo que es esa la causa de mis ojeras, debería haberme quedado en casa, pero si lo hubiese hecho no habría conocido al hombre misterioso  y eso sería una pena, la verdad es que tengo ganas de volverlo a ver ¿Quién será? ¿Cómo puede estar tan seguro de que nos volveremos a ver? ¿Y si lo ha dicho por decir? ¿Y si ni nos volvemos a ver? Bueno eso solo lo sabré con el tiempo.

Mi secretaria pega a la puerta y me saca de mis pensamientos.

-Pasa. –Digo

-Perdone señorita Adriana. Pero el director la necesita en su despacho en 5 minutos. –Me contesta con un tono agradable.

-De acuerdo, muchas gracias Katy. –Le respondo.

Ella echa una sonrisa leve, y desaparece de mi oficina.

Supongo que querrá revisar, algunos informes.


A los 5 minutos de acabar lo que estaba haciendo en mi oficina, me dirijo hacia la oficina de Mrs. Thomson y no puedo parar de preguntarme que querrá si fuera a haber hoy una reunión me habría avisado con antelación, seguro que es una tontería. Entonces me paro frente a la puerta de su despacho, cojo aire y pego a  la puerta, 
oigo la voz de Mrs. Thomson  que me invita a pasar, me apresuro a entrar y antes de que pueda de decir hola mis ojos se desvían hacia una persona que está sentada en la en la mesa del director, ¡no puede ser!  

1 de noviembre de 2015

CAPÍTULO 5

                                       SAM



No me lo puedo creer. Es lo que voy pensando de regreso a casa, me ha dado su número. ¡AAAAAHHH! Ni en un millón de años me habría esperado algo así. Las chicas no se han dado cuenta de nada, cosa por la que doy gracias porque no tengo ganas de que se pongan eufóricas y a fantasear como seria si quedara con él. Porque cuando se ponen en ese plan son imposibles de aguantar.

Cuando dejo a cada una en su casa y yo me encuentro en la mía con mi pijama puesto, me empiezo a comer la cabeza. No sé si mandarle un mensaje ya o debo esperar un poco más. No quiero parecer una loca o una desesperada, o una loca que está desesperada.

Me miro el brazo y repito mentalmente cada número.

Cuando ya ha pasado como unos 30 minutos y estoy igual, decido que eso no puede seguir así. Por lo que cojo pincel y pintura, disponiéndome a hacer algo productivo con mi tiempo. Pero dejo el cuadro a medias cuando por fin me armo de valor para mandarle un mensaje.

<<Soy la culpable de que tuvieras que bajar del coche hoy, si quieres tomar algo algún día llámame. Sam ;)>>

Pasados unos minutos me empiezo a arrepentir de haber enviado ese maldito y estúpido mensaje, pero ya no hay marcha atrás.

Me autocastigo yéndome a dormir temprano sin cenar y sin ver alguna de mis series favoritas de Divinity.

Pero tras varias horas de un sueño fantástico con un rubio llamado Giorgio, no consigo volver a dormir, miro el reloj, son cerca de las 9 de la mañana. Es aún muy temprano para empezar  trabajar en algún cuadro y se está demasiado bien como para salir de la cama. 
Además de que es Sábado.  Me quedo mirando el techo de mi habitación mientras pienso que hacer.

Cojo el móvil para enredar un poco, entro en notificaciones y veo que tengo dos mensajes, uno de Susana y otro de Giorgio. GIORGIO. Paso completamente del de Susan y leo el de él.

<<Hola preciosa, ¿te parece si nos vemos esta tarde?>>

Suelto un pequeño grito por la emoción. ¡Que mono es! Le respondo:

<<Perfect!!  Esta  tarde estoy libre. Sam>>

<<Esperare ansioso a que llegue la tarde. Giorgio>>

<<Pues ya somos dos. Sam>>

Después me envía una dirección y una hora.

Deberían de ser así todas la mañanas, no haber salido aun de la cama y que te hable un chico guapo para quedar.


La mañana y parte de la tarde se me hacen eternas, para matar el tiempo ayudo a mi madre a limpiar la casa de arriba abajo. Con eso consigo no pensar toda la mañana, parte de la tarde me la pasó escuchando música y pintando hasta que llega la hora de arreglarme.

Abro mi armario y empiezo a sacar ropa y más ropa. No tengo ni la más mínima idea de que ponerme. Quiero ir bien, pero sin exagerar.

Después de mucho probarme y poner todo mi armario patas arribas encuentro algo que me convence. Un vestido azul y negro con algunas líneas en diferentes zonas, de manga corta y sin escote. De largo me llega hasta los muslos. Unos tacones negros y un bolsito para meter algunas cosillas. Me paso la plancha por el pelo para asegúrame de que este queda perfecto.

Estoy de los nervios, mientras me miro una última vez en el espejo de la entrada, siento como me voy poniendo poco a poco más nerviosa. Decido ir en coche para no tener que andar con los tacones, ya que soy una negada para andar con ellos y no quiero acabar en el suelo antes de llegar, bueno ni después tampoco.

Conduciendo me comienzan a llegar malos pensamientos: ¿Y si se lo ha pensado mejor y no aparece? ¿Qué se espera de mí? ¿Para él es una cita también?

-Deja de pensar tanto y actúa mas –Pienso que eso es lo que me diría Adriana.

Ella para estás cosas lo tiene todo tan claro, pero yo no puedo ser como ella, pero me vendría genial que no estuviese en Nueva York para que me aconsejase en estos momentos.

Por fin llego a la dirección que me dio, cerca de Ronda de la Universitat en el mensaje ponía que me esperaría en: Milano Cocktail-Bar. Aparco lo más cerca posible del sitio donde hemos quedado y camino hasta la entrada del Milano. Apoyado junto a la puerta y con un aire despreocupado se encuentra Giorgio. Nada más verme veo que me sonríe.

-Lamento haberte echo esperar –Me disculpo mientras le saludo dándole dos besos en la mejillas.

Él me sonreír.

-No pasa nada, me gusta esperar. Sobre todo si merece la pena. –Me dice mientras entramos al interior del local.

El sitio es precioso. La distribución de las mesas es perfecta y junto a las paredes hay unos sofás de terciopelo rojos que tienen toda la pinta de ser realmente cómodo. También hay una barra a mi derecha tras la cual hay un camarero atendiendo sonrientemente a la gente. Y al final de todo, un piano.  Siempre me encantado su sonido.

Tras pedir en la barra nuestras bebidas, nos sentamos en unas de las mesas cercanas al piano.

-¿Sabes tocar? –Me pregunta Giorgio al darse cuenta de que no le quita ojo al piano.

-No, pero me gustaría aprender algún día. –Le doy un sorbo a mi bebida.

-Pues si algún día te decides tengo un amigo que quizás te podría enseñar.

-Lo tendré en cuenta y tú, ¿Qué te gusta a parte de las motos?

Veo como él bebe de su copa mientras me mira.

-Cocinar. Me gusta que la comida sea buena. –Me responde al final.

-Vaya cualquiera lo diría. –Rio un poco.

-¿Por qué lo dices? –Dice divertido-, ¿acaso no me pega que después de andar con mi moto llegue a casa y me ponga a cocinar? –Se para a pensar-, tienes razón no tienen nada que ver una cosa con la otra,  pero supongo que la debilidad de la buena comida me viene de Italia.

-Yo nunca he probado una autentica pasta italiana. –Le confieso.

El me mira muy sorprendido.

-Eso va a acabar muy pronto la próxima vez que nos veamos vas a probar la mejor pasta de tu vida.

Ambos nos miramos y nos sonreímos.

-Se me ha ocurrido algo –Me comenta mientas arquea una ceja-, puede ser divertido.

Yo frunzo el ceño.

-Cuando terminemos de beber aquí, ya sabrás.

Cuando terminamos salimos de Milano y Giorgio me pregunta si he traído el coche, ya que él ha venido andando por que el hotel en el que se está quedando está muy cerca. Le dejo que conduzca ya que no se ha dónde vamos a ir. Durante el trayecto me va contando que la pasión por el mundo de las motos le viene desde bien pequeño, que le encanta España por las chicas guapas y por la paella. Que tiene 26 años y que le encantaría algún día mostrarle a una chica los rincones más bonitos de Roma. Esto último lo dijo mientras me sonreía ampliamente. Yo le conté que trabajo en la agencia Plan B Freelance y que en mis ratos libres pinto. Que me vuelve loca el chocolate blanco, pero que sin embargo, odio el chocolate negro. Y que me gustaría viajar en algún momento de mi vida a Grecia.

Tras unos 20 minutos, por fin Giorgio aparca justo en la entrada de un Karaoke.

Nada más bajar del coche, Giorgio me coge de la mano y me hace camina junto a él. 

El Karaoke está animado ya que hay bastante gente, en el escenario hay una chica que canta Niebla de Supersubmarina.  Nos paramos juntos al dj y Giorgio le dice algo que no logro escuchar. El dj le asiente con la cabeza y le dice que después de las siguientes chicas.

Cuando termina la canción de Supersubmarina todo aplaudimos. Y es que ni siquiera  han pasado 2 minutos y  ya están en el escenario 2  chicas. Tras una leve melodía que suena mucho comienzan a cantar Show ‘Em (What You’re Made Of).  Lo hacen genial ya que no desafinan y su pronunciación es perfecta.

-Los siguientes somos nosotros –Me susurra Giorgio al oído.

Lo miro con cara de susto. Lo cual a él le hace gracia ya que se echa a reír.

-No temas, seguro que conoces la canción que he elegido. Además recuerda que voy a estar a tu lado.

Sus palabras no me tranquilizan ya que saber que él me va a escuchar cantar hace que quiera que me trague la tierra. Solo canto en la ducha y así y todo mi madre cada vez que me oye dice que cada vez que lo hago un cachorrillo muere en el mundo debido a lo mal que lo canto.

Aunque antes de subir al escenario le suplico a Giorgio que cante él solo, el no acepta un no por respuesta. Por lo que de los nervios que tengo le cojo yo esta vez de la mano con fuerza para que no me suelte.

Miro a Giorgio mientras las primeras notas de la canción suenan. 
Por primera vez en toda la noche me fijo en que lleva puesto unos vaqueros negros justados y una camisa de cuadros de manga corta, un par de botones desabrochado por lo que se le puede ver un poco el torso.

Al menos la canción me suena. Es Primavera in anticipo de Laura Pausini. Ya solo me queda rezar para que haya elegido la versión en español. Pero no he tenido esa suerte.  Giorgio canta su parte con un italiano fluido y perfecto, yo mientras tanto solo quiero que la tierra me trague. Cuando llega mi turno de cantar hago lo que puedo, pero entre que no sigo el compás y que mi pronunciación en vez de italiano parece que este cantando en chino, no es que me ayude mucho. Y a todo eso sumémosle que Giorgio mientras canto me mira con una risa entre picarona y  de estar aguantándose la risa. Lo que hace que me sonroje como un tomate. La canción se me hace eterna, pero por fin termina.

-Me encanta tu extraño acento italiano –Me dice Giorgio mientras bajamos del escenario.

Yo le saco la lengua y le niego con la cabeza.

-Eres horrible, has podido elegirla en español. –Le doy un puño en el hombro a modo de broma.

-Entonces no hubiera tenido la misma gracia. –Sonriéndome ampliamente.

Nos tomamos unas copas más allí en el karaoke. Después llevo a Giorgio hasta el hotel en el que se está quedando. Me dice que este atenta al móvil y antes de bajarse del coche me da dos besos uno en la mejilla y el otro justo en la comisura de los labios.


-Ci vediamo presto Sam. (Nos vemos pronto Sam)