Puff… llevo aquí sentada en la mesita de mi escritorio delante de una hoja de papel 2
horas, ¿Que me pasa? No consigo que se me ocurra nada para la nueva campaña, a
lo mejor debería dar una vuelta a ver si así se me ocurre algo, al final opto
por arreglarme un poco y bajar a dar una vuelta a ver si se me viene alguna
idea, decido no coger el coche porque si no, no sé dónde voy a acabar, cuando
voy a salir decido tirar recto. voy pensando en tantas cosas que no me doy
cuenta ni a donde voy, entonces, de
repente, me paro delante de un bar, que nunca había visto por esta zona, es
diferente, muy simple, la fachada está pintada de color rojo sangre, la puerta
es de madera de roble, y las ventanas tienen rejas de hierro forjado, la verdad
aun no sé por qué pero sin que me dé tiempo a procesarlo, mis piernas como si
tuvieran vida propia ya me llevado dentro del local, es muy luminoso, hay
bastante gente, tanto en la barra como en las mesas, todo está muy tranquilo la
gente de las mesas habla bajo sobre sus asuntos, y el camarero está apoyado en
la barra de espaldas a mí, la gente de la barra parece exhausta de todo, parece
que solo quieren olvidar algún problema que tienen, entonces me acerco a la
barra y me coloco al lado de un señor que tiene una pinta algo extraña, tiene una
barba de al menos 3 días huele mucho a ron y cerveza, viste con una gabardina
marrón clarito algo sucia y toma bebida en silencio y con una cara de
preocupación o resignación por algún asunto, pero yo no seré quien lo averigüe,
eso seguro, me limito a mirar a los alrededores y cuando me quedo distraída y
pensando oigo una voz.
-¡Eh
señorita! –Me dice el camarero mientras chasquea los dedos en mi cara para
llamar mi atención.
-¿sí? Lo
siento es que estaba un poco distraída.
-Ese señor
de allí al fondo le invita a tomar esto. –Me responde el camarero.
Entonces me
dispongo a mirar en aquella dirección y veo un chico guapo, alto de pelo rubio
rizado, de constitución fuerte, con chaqueta de cuero marrón y una mirada
penetrante, en cuanto me doy cuenta de que me está mirando me ruborizo y aparto
la mirada lo más deprisa que puedo.
-Dígale que
muchas gracias. –Le contesto al
camarero.
El camarero
hace un gesto con la cabeza de confirmación y se dispone a ir a su mesa a
contestarle, y en cuanto el camarero se
lo dice, él eleva la cabeza para mirarme y me echa una leve sonrisa picaresca, entonces le dice algo al camarero y él le
entrega un bolígrafo, coge una de las servilletas del servilletero y escribe
algo en ella, la verdad no sé qué es, y estoy un poquito intrigada, este hombre
tan misterioso le entrega la servilleta al camarero y el me la entrega a mí.
-Señorita
esto es para usted. –Me dice el camarero con una sonrisa muy escondida.
No le
contesto simplemente trago saliva, y la leo.
Señorita, cuando ha entrado me he fijado en que venía un poco desorientada por lo que me imagino que no suele venir por aquí, tranquilícese no soy ningún pervertido solo un hombre curioso que se ha perdido en sus ojos profundos, no la invito a quedar porque presiento que pronto nos volveremos a ver. Hasta luego.
Cuando voy a
dirigir la mirada hacia él, ¡Ya no está sentado en la mesa! y me quedo blanca
como la leche, se ha ido y no me he dado, cuenta que misterioso es. Debería de
tener miedo, podría ser un psicópata, pero la verdad es que no tengo miedo, y
no es porque él me haya asegurado que no es un pervertido ni nada parecido,
sino porque me mata la intriga, siento mucha más intriga que miedo, su forma de
mirar, su manera de sonreír, no sé, pero no me inspira miedo, ni desconfianza,
solamente intriga y curiosidad.